Hace unos días te pedí que te vayas.
A veces tengo ese dejo masoquista
que implora distancia cuando necesita compañía.
Y lo hiciste,
como si lo hubieras estado esperando
todo este tiempo,
te fuiste.
Debe ser mi culpa
por pedir dos siempre que quiero tres.
Hoy te vi, estás en todos lados.
Desarrollé la capacidad de encontrarte
en cada lugar,
en cada hora,
en cada persona.
Me extraña que aunque estés más lejos,
sigas estando acá.
Ey, ¿seguís acá?